Cansados, estamos cansados, pero ayer pasamos muy lindo! En la mañana nos fuimos a la cabaña con la vecina. El día estaba hermoso, soleado, con algunas nubecitas que no molestaban, una brisa suave de aire fresco otoñal, no se sentía ni frío ni calor.

En la cabaña nos sentamos en la terraza a mirar el lago con los veleros y lanchas, Fransson, Fritiof y Oden corrían por todo el jardín, a veces corrían alrededor de la cabaña, o subían a la terraza y saltaban al jardín.

Comimos los sandwiches que habíamos llevado, los perritos comieron de su comida más rodajas de pepinos y una rodaja de banana cada uno, tomaron cantidades de agua que llevé en mi mochila, y luego para que se quedaran un rato tranquilos, les dí un huesito a cada uno. No les da la impresión de estar leyendo una redacción, como las que nos mandaban a hacer en la escuela?

El camino de vuelta fue largo, o eso pareció aunque fuera de la misma cantidad de metros que a la ida, si no es que alargó en esas horas. Hicimos algunas pausas a pedido de los perritos que siempre encontraban algo que olfatear, o nos parábamos nosotras para charlar con gente que encontramos que iban al bosque a juntar hongos.

Una vez en casa se acostaron a dormir. Yo no, a los pocos minutos de llegar, vino la vecina de los viernes a tomar un café. Quedó asombrada del recibimiento tan frío de los perritos, siempre le saltan y piden mimitos, ayer Fritiof y Oden la fueron a recibir pero no tan efusivos como acostumbran y enseguida se acostaron para seguir durmiendo. Fransson ni dejó su camita.

Cuando mi hijo vino a buscar a Oden, Oden fue a la puerta a recibirlo, pero luego de recibir unos mimos, se acostó en el piso y ahí quedó, evidentemente sin ningunas ganas de caminar, ya había caminado su cuota del día.

En el jardín de la cabaña:


Camino para casa:


Un descansito en el camino de vuelta a casa: