El domingo me levanté tempranito, antes que empezaran a cantar los pájaros, tuve ganas de vengarme y despertarlos yo a ellos. No lo hice, pensé que mis vecinos no tenían por qué pagar los platos rotos, y menos aún tomando en cuenta que no se había roto ningún plato.

Después de todo quienes me molestan en las madrugadas son los pájaros y no los vecinos, así que me mantuve silenciosa, además que no estaba segura de cual sería la mejor manera de despertarlos. Abrir la ventana y ponerme a cantar o piar no me resulto nada atractivo, acababa de dejar la cama calentita y afuera hacían -17 grados, no estaba para abrir la ventana!

Luego tuve una de mis brillantes ideas: lavar la ventana de mi cuarto! Hace poco compré un pañito especial para lavar ventanas, no hay más que mojarlo y pasarlo por el vidrio. Quise probarlo.

Y lo probé, pero enseguida me dí cuenta de dos cosas: Una: tal como pensé al levantarme, no estaba para pararse junto a la ventana abierta, y menos solamente con una blusita de mangas cortas! Dos: comprobé que es verdad que el agua se congela en temperaturas menores a cero grado.

Pero del lado de adentro, que lavé antes de abrir la ventana, funcionó bien el pañito. Ni me molesté en separar los dos vidrios (todas las ventanas son dobles) para limpiar también ahí, lo haré cuando suba la temperatura.

Atardecer visto desde la ventana de la cocina, esa no la limpié. Saqué la foto a las seis menos cuarto, hasta hace poquito a esa hora era noche desde hacía bastante rato.