Ayer tenía una fiesta en casa de uno de mis hijos. El año pasado hicieron una fiesta para estrenar o inaugurar el apartamento al que se mudaron. Organizaron juegos antes de la cena y nos divertimos muchos, tanto que les dijimos que todos los años debian hacer esa fiesta, y bueno, nos hicieron caso y organizaron otra fiesta con cena y juegos.

Era una buena oportunidad de dejar de lado la ropa de perros con que acostumbro vestirme. Aclaro, no la ropa de Fransson y Fritiof, sino la ropa que me pongo cuando salgo con ellos.

Estuve probándome algunas polleras (faldas), prenda que uso poco actualmente. Primero Fransson y Fritiof me miraban con algo de asombro, pero luego les gustó, parece que creyeron que la tela que colgaba por mis piernas era un juguete nuevo.

La madrina de Fransson quedó de niñera, o perrera, ya que la invitación decía que los niños y los perros se sentirían mejor si se los dejaba en la casa. Fui, estuve un ratito charlando con quienes ya habían llegado, lógico, hablar con quienes no habían llegado requería que supiera sus números de celulares o tener que gritar.

Siguieron llegando invitados, y lamentablemente una se había puesto perfume y no me quedó otra que volver a casa. Fui a buscar a Fransson y Fritiof y me quedé un rato de charla ahí.

En materia manualidades, estoy agregando cuadrados a la bufanda que hice a una de mis nueras, yo la hice que diera dos vueltas al cuello, pero ella prefiere que de tres vueltas, calculé que debo hacer cinco o seis cuadrados más.

Que secretos tendrán y me dejan fuera: