En ese restaurant las reservaciones se hacen cuatro semanas antes, y no querían perderla. Mi nieta tampoco estaba bien de la garganta así que mi hijo trajo una película para que miráramos y nos quedáramos tranquilas en el sofá.
Él le explicó bien que yo no podía hablar y ella casi que ni me hizo preguntas. Yo para hacerlo más divertido me dediqué a hacer teatro, o cine mudo, con gestos muy exagerados y más de los necesarios, ella entendía lo que le quería decir y se reía mucho, así nos divertimos.
Fransson y Fritiof me miraban asombrados, ellos no entendían nada, aunque cuando les hablo a ellos por señas me entienden, claro otras señas y sin exagerar.
Fotos que saqué hace unos días, aquí las ovejas cerca del alambrado, blancas, grises, marrones, varios tonos para cuando se me vaya acabando la lana:

Nunca falta una oveja negra:



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